“Permanezcan en mi amor” (Jn 15,9)
La comunión misionera ha sido el núcleo inspirador que ha marcado en este año del Señor 2011 la animación de la Misión Continental en nuestro país. Ha sido un tiempo de dificultades, cuestionamientos y desafíos; también un tiempo de cosecha, de bendiciones y de esperanza.
Ha sido providencial que justamente este año los católicos hayamos sido invitados a reflexionar sobre la comunión, y precisamente a partir de este texto de san Juan que ilumina nuestro amor al Padre, a la Palabra de Dios y a los hermanos, tres dimensiones fundamentales de la comunión en la vida cristiana.
Permanecer unidos al Señor, que se nos entrega en su Palabra y en la Eucaristía, nos lleva necesariamente a permanecer unidos entre nosotros, los hermanos. Y aunque es en los tiempos de mayor crisis cuando la comunión se pone a prueba, se profundiza y se afianza; vivir al estilo de la primera comunidad es una tarea de todos los días.
Como expresión plural de carismas que es, la Iglesia necesita poner su diversidad en comunión. El diálogo y la interlocución con otros nos enriquece en el servicio que prestamos en la comunidad Pueblo de Dios. Aprender de los hermanos nos ayuda a ser cuerpo, porque “los miembros que consideramos más débiles son los más necesarios” (1 Cor 12, 22).
Sólo desde el amor fraterno, desde la comunión misionera, la Iglesia reconoce y proclama a Jesucristo como Camino, Verdad y Vida. Ser casa y escuela de comunión es un rasgo que se construye, a diario, en el testimonio evangélico de la propia comunidad. Si nuestra fraternidad se irradia a toda nuestra sociedad, ávida de diálogo y de encuentro, habremos dado un paso más para que Chile sea una mesa para todos.
† Ignacio Ducasse Medina
Obispo de Valdivia
Secretario General
de la Conferencia Episcopal de Chile