Contigo, Virgen del Carmen
“… juntos en el camino tendemos la mano para servir a Chile”. La peregrinación de esta hermosa imagen de Nuestra Señora del Carmen a lo largo y ancho del país ha sido motivo de inmenso gozo para nuestra Iglesia y para el pueblo chileno en su conjunto.
Acogida con gratitud como corresponde a tan maravilloso regalo del Santo Padre Benedicto XVI con motivo del Bicentenario, las comunidades se volcaron a las calles para conocer a esta caminante misionera, para contemplarla -ojalá de cerca-, para orar ante ella, para palpar los flecos de su manto, para hojear el Evangelio de Chile escrito por compatriotas. Y no hubo lluvia, réplica ni contratiempo que impidiera ese contacto del pueblo fiel con María, nuestra madre.
Su recorrido como “madre del consuelo” no sólo abrió cauce a las heridas y derrumbes espirituales del post-terremoto. También fue oído de dolores y angustias de hombres y mujeres de todas las edades, testigo de preguntas y de esperanzas de personas y familias que, en busca de sentido, se abren a lo espiritual y trascendente. Es que el caminar de la madre no deja indiferente a los hijos.
Los elocuentes testimonios registrados en la Bitácora de la peregrinación son una prueba contundente de la bendición que la Virgen del Carmen Misionera ha suscitado a su paso. El fervor de los miles de fieles que participaron en la Misa por Chile es otra feliz consecuencia de su caminata.
Quisiéramos que la Virgen del Carmen Misionera siga siendo una discípula en misión. Es la “llena de gracia” que parte rauda a acompañar a su prima Isabel y a atenderla solidariamente en su último tiempo de embarazo. Es la madre del buen consejo que advierte pronta una incómoda situación de carencia en la fiesta de Caná, y pide a los que sirven “hagan lo que les dirá mi hijo”. Es la madre del Resucitado que acompaña a los apóstoles en la primera comunidad. Es nuestra madre misionera que, como la Iglesia, no puede quedarse hoy encerrada e inmóvil.
Pidamos al Señor que este acontecimiento memorable de la Misión Continental, que nos ayuda a encontrarnos personalmente con el Señor Jesús, se traduzca en un recorrido de conversión en nuestras vidas, que renueve nuestra vocación de discípulos y misioneros, y que nos permita renovar, junto a María peregrina, la pastoral y la vida entera de nosotros y de nuestra Iglesia.
† Santiago Silva Retamales
Obispo auxiliar de Valparaíso
Secretario General de la CECh