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Editorial

Eucaristía, fuente y cumbre del discipulado misionero

La Eucaristía es el tema articulador del proceso de Misión Continental que vive la Iglesia en nuestro país durante este año 2010, remecido y desafiado desde muy diversos planos.

En el lema “Chile, una mesa para todos” hemos querido sintetizar nuestro aporte más propio, como discípulos misioneros de Jesús, a la patria que amamos en su bicentenario. Y desde su Palabra, vital nutriente, miramos a la mesa eucarística que nos congrega como comunidad en torno al sacrificio pascual. En ella volcamos nuestra vida entera, nuestro caminar y nuestros sueños. Desde ella brota la fortaleza para ser testigos del Resucitado en medio de nuestra realidad cotidiana, para transformar la historia desde el Evangelio.

Juan Pablo II nos recordaba que la Eucaristía no sólo proporciona la fuerza interior para la misión, sino también su proyecto: “la Eucaristía es un modo de ser que pasa de Jesús al cristiano y, por su testimonio, tiende a irradiarse en la sociedad y en la cultura. Para lograrlo, es necesario que cada fiel asimile, en la meditación personal y comunitaria, los valores que la Eucaristía expresa, las actitudes que inspira, los propósitos de vida que suscita” (Mane nobiscum Domine, n.º 25).

La Eucaristía, presencia salvadora de Jesús en la comunidad de los fieles y su alimento espiritual, “es de lo más precioso que la Iglesia puede tener en su caminar por la historia” (Ecclesia de Eucharistia, n.º 9). Desde esa médula se irradia la fe y la identidad cristianas. Del banquete fraterno brota el ímpetu para anunciar el gozo del encuentro con el Señor. Desde el altar brota la palabra profética de nuestra Iglesia, que habla a tiempo y a destiempo desde los llamados del Espíritu, que -aun arriesgando incomprensiones e impopularidad- ofrece a la sociedad caminos de amor y paz, de justicia y misericordia, los caminos de la Vida plena en Cristo.

Quiera el Señor que, en torno a la Eucaristía, nuestros fieles y sus comunidades puedan alimentar las nuevas relaciones evangélicas a las que nos invitan los pastores en Aparecida. La Iglesia que se reúne a celebrar la Eucaristía es la “casa y escuela de comunión”, por lo que siempre buscaremos construir una sociedad más humana y más fraterna. Es nuestra tarea de discípulos, de aquellos que compartimos “la misma fe, esperanza y amor al servicio de la misión evangelizadora” (Documento de Aparecida, n.º 158).

† Santiago Silva Retamales
Obispo auxiliar de Valparaíso
Secretario General de la CECh