Dos acentos para la mesa-país
“Chile, una mesa para todos” es el mensaje que desde la Iglesia proclamamos en este tiempo de gracia que es el año Bicentenario, año de la solidaridad. Con esta convicción, que es al mismo tiempo un sueño y un compromiso, ofrecemos a la patria que amamos un desafío en el que todos podemos aportar.
Porque somos Iglesia en misión, de un modo especial hemos querido para este año hacer memoria agradecida en las comunidades educativas, destacando a personas concretas, con nombre y apellido, o determinados acontecimientos significativos que hayan marcado un antes y un después en la formación de nuestros valores. El testimonio que contiene esta edición es un botón de muestra de la presencia fecunda de maestros y maestras a quienes tanto debemos en nuestra vida y en nuestra historia.
Otro acento que hemos querido poner en el empeño misionero para el año Bicentenario es una especial cercanía hacia los jóvenes vulnerados en sus derechos y oportunidades, especialmente a los afectados por el terremoto. Son miles los muchachos y muchachas que no tienen un puesto en esta mesa que es de todos y para todos. Hacia ellos mira nuestra Iglesia y hacia ellos quisiéramos que nuestra sociedad entera pudiera volcar su atención para adoptar las decisiones que sean necesarias para mejorar las políticas públicas que hagan posible su real inclusión en la mesa-país.
Quisiéramos que el paso de María misionera junto a la Palabra de Dios -Evangelio de Chile- por nuestra tierra, sea testigo de nuestro renovado ardor: que en torno a la mesa de todos aplaudamos de pie al profesor que recordamos, al orientador que nos iluminó el camino, a la maestra que nos tuvo fe; que preparemos los puestos reservados para los jóvenes que han sufrido la marginación, dispuestos a escucharles y a aprender de ellos, de sus sueños, el horizonte de mejores días para Chile.
Confiamos en que la nueva etapa política que nuestra patria está iniciando abra puertas a estos propósitos, y que en nuestra Iglesia seamos capaces de dar los pasos necesarios e incluso cruzar fronteras para impregnar allí la caridad en la verdad, la esperanza que brota de nuestro encuentro personal con el Señor.
† Santiago Silva Retamales
Obispo auxiliar de Valparaíso
Secretario General de la CECh