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Revista Servicio 264

Editorial

Navidad, coloquio de Salvación

El tiempo litúrgico del Adviento nos pone en tensión histórica. Es un tiempo de gracia para convertirnos más al Señor. Por una parte, nos dispone a recordar el nacimiento -en medio de la humanidad- del Hijo eterno de Dios (“puso su morada en medio de nosotros”) y, por otra parte, nos invita a volver nuestra mirada hacia el horizonte de nuestra vocación de destino, pregustando su promesa de una “tierra nueva y un cielo nuevo”. En estas polaridades (lo acontecido y lo que acontecerá) encuentra sentido el empeño de todo creyente en Cristo por hacer presente en esta historia a Jesús que “pasó por la vida haciendo el bien”. Lo pedimos en cada Eucaristía: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven, Señor Jesús!”.

En nuestra Patria se nos presentan desafíos que nos interpelan en lo personal y en lo social. La realidad del pesebre de Belén, donde el Hijo de Dios nace en medio de la humanidad, es una invitación para ir al encuentro de toda persona humana, y también al encuentro de la verdad histórica de nuestra Patria, en un diálogo que nos permita a todos volver a mirarnos de frente, con mayor benevolencia y misericordia..

La Conferencia Episcopal, reunida en su 88ª Asamblea Plenaria, no ha soslayado los imperativos pastorales y morales que reclama la realidad eclesial y nacional: a la constatación de los éxitos de la economía en lo macro estructural, se hace urgente fijar la mirada en la marginación que aún subsisten entre los chilenos. Como sociedad tenemos temas pendientes que son muy sensibles a la población: mejorar las políticas de salud pública y el acceso a una educación más integral para todos ¿Cómo acompañar más a los católicos empeñados en lo social? ¿Qué debemos hacer como sociedad para que los índices de cesantía bajen y evitar así los dramas humanos y familiares que ello conlleva, además de los daños sicológicos y espirituales? Las bondades de los procesos de globalización y de los acuerdos de libre comercio no pueden significar una mirada autocomplaciente del país que estamos construyendo. Formular los peligros de las arremetidas culturales –algunas son nuevas formas de colonialismos- es también un servicio a la sociedad. Hay mucho que reflexionar y decir al respecto.

Los Obispos también acogieron ese paso tan importante para la historia nacional, como ha sido el reconocimiento de una verdad pendiente, a través del Informe sobre Prisión Política y Tortura, cuya Comisión presidió Mons. Sergio Valech. Ha sido un esfuerzo de civilidad y confiamos en que será un aporte decisivo a la reconciliación, no obstante las tensiones que ha producido en una primera reacción.

En todo este escenario, los Obispos reflexionaron acerca de la misión de la Iglesia y cómo esta quedaría inoperante sin reconocer, admirar y animar a los sacerdotes. Es así que el centro de la reflexión episcopal fue el ministerio de los sacerdotes que con tanta abnegación sirven en las diócesis del país. Por otra parte, como Iglesia nos esperan importantes momentos como son la misión juvenil, la esperada canonización del Padre Hurtado y la preparación de la Vª Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.

En medio de la realidad eclesial y nacional, siempre desafiante, la Iglesia celebrará la Navidad. Dios quiera que podamos reflexionar sobre el sentido de nuestras vidas, de nuestra relación con los hermanos y de nuestra opción por Dios en el coloquio de la salvación, porque Dios nos visitó y habló en su Hijo y en Él nos promete un futuro de plenitud. Con los pobres del Apocalipsis y con Santa María de la esperanza, volvemos a invocar: “¡Ven, Señor Jesús!”.

Cristián Contreras Villarroel
Obispo Auxiliar y Vicario General de Santiago
Secretario General de la CECH